Letra:
Era calvo y sus ojos celestes
alumbraban la gloria del cielo
y poniendo cara de inocente
nos vendía un foráneo modelo.
Un modelo fielmente aprendido
en la escuela inmoral de Chicago
que ya antes había producido
los peores desastres y estragos.
Se quedó con la sangre en el ojo
cuando el jefe pidió su renuncia,
nos dejó hasta las manos, en rojo
y se fue prometiendo denuncias.
Y cumplió destapando una olla
de la cual sale olor a podrido
cuando habló de un señor muy pesado:
Don Alfredo y todos sus amigos.
Eso fue solamente el principio
porque va a continuar denunciando
a las mafias y a los delincuentes,
pero no a los que son de su bando.
Yo no sé cuántos son los corruptos,
no conozco la lista completa,
pero de algo estoy muy seguro:
que no caben... en una servilleta.
Ignacio Copani.
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